Hace tiempo que decidí dejar de expresarme por este medio, un poco más de 17 años esto, cuando siendo joven tomaba algunos momentos para plasmar mis puntos de vista ante lo que vivía. Recuerdo haber recibido críticas, halagos y amenazas, pero aun así seguía en lo que me apasionaba, escribir. Recuerdo me sentaba frente al pc y me perdía en el tiempo, éramos solo el teclado y yo, dejaba volar cada pensamiento crítico que llegaba a mi mente y muchas veces esto llego a incomodar a muchos que valiéndose de su posición buscaron intimidarme, yo solo continuaba, hasta que un día los medios que colaboraban para que mis letras llegarán al colectivo, decidieron no publicarme más.
Pero hoy decidí volver, ya no ante un pc, sino con unos de estos aparatos llamados Smartphone en la mano transitando en la famosa ARC, donde me dije: es tiempo de volver, no puedo ser indiferente.
Transitaba como mencioné por la ARC cuando observé una valla publicitaria rumbo a la ciudad capital que contenía una fotografía de un anciano y una niña sonriente, debajo de esta imagen se leía: “Cultivemos nuestra Patria”, esto adornado por supuesto de los respectivos emblemas del gobierno de turno; está frase me retumbó en la mente y hoy comparto entonces esto.
El diccionario de la Real Academia Española define la palabra cultivar de la siguiente manera: “Dar a la tierra y a las plantas las labores necesarias para que fructifiquen” y esto me lleva a pensar entonces en la frase que pude leer dicha valla: “Cultivemos nuestra Patria”.
Que importante frase y que profunda a su vez, esto nos llama a la contribución de todos, no solamente de los poderes establecidos por Dios y los hombres, para construir y hacer fructicar un país; medito durante unos minutos en esto y veo con tristeza desde todo punto de vista que estás palabras solo quedan ahí, en esa valla publicitaria que deje atrás hace unos kilómetros, a la deriva, esto me lleno de profunda tristeza, y es que como puede ser posible pretender obtener buenos frutos de algo cuando no preparo con amor y dedicación la tierra, no cuido y atiendo la semilla en su proceso de germinación y finalmente no protejo y mantengo la planta, cualquier agricultor puede explicar mejor esto que yo.
Nosotros tenemos la bendición de haber recibido una planta ya grande, llena de frutos, y me refiero a un país productivo, lleno de muchas bendiciones naturales y más, pero lo único que hemos hecho durante este tiempo es lanzarle como niños piedras a esa planta que nos alimenta y nos da cobijo.
Tristemente debo decir que como venezolanos nos hemos vuelto egoístas, luchando por lo propio y no por lo colectivo, cada quien se dedicó a construir su parcela olvidando su alrededor, nos encerramos en nosotros y dejamos de ver al prójimo. Me pregunto: ¿Dónde quedó esa solidaridad?, Donde quedó ese pensar de que si yo tengo tú tienes? Me entristece mucho ver cómo nos devoramos unos con otros escondiéndonos detrás de la excusa perfecta: “Mira como nos tiene este gobierno” y ahora la otra es “Ese dólar por la nubes nos está matando”.
No señores no es el gobierno, tampoco el dólar, hemos sido nosotros que nos acostumbramos al facilismo, al cuánto hay pa´ eso, al ponme donde hay que de lo demás me encargo yo. No es el gobierno somos nosotros los que trabajamos en las instituciones y martillamos, somos nosotros los que colocamos los sobre precios, somos nosotros los que colaboramos con la sinverguenzura del toma ahí para los frescos, somos nosotros los que tapamos las cosas con tal de que nos den un pedazo del pastel.
No nos importa que tan bien pueda quedar una infraestructura con tal que me quede algo, tampoco quien se queda sin insumos con tal de venderlo al mejor postor, no nos importa la necesidad del prójimo con tal me beneficie yo. Suena duro pero así es, es la triste realidad que día tras día vivimos, devorándonos unos a otros sin medir consecuencias y sin darnos cuenta que cada día hundimos más y más está hermosa tierra.
Es tiempo de revisarnos, queremos cambios, cambiemos nosotros y provoquemos el cambio, no es señalarse, no es buscar culpables, es recapacitar y darnos cuenta en lo que nos hemos convertido, esos no son los valores que crecimos, si criticamos el sistema, démonos cuenta que somos parte de él, lo mantenemos, lo fortalecemos y lo perpetuamos.
Es lo que pienso en medio de esta carretera, no puedo evitar pensar tantas cosas que me hunden cada vez más en la nostalgia. Dejemos de quejarnos y avencemos en pro de un país, pero comencemos por nosotros, no pretendamos exigir algo que no damos, pedir cambios cuando nosotros no lo hacemos.
Espero que estas letras a las que hoy vuelvo nos haga reflexionar, nos lleve a revisarnos y a generar lo positivo para este país que tanto nos ha dado. Regresé…
Héctor Nava.
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