El niño Dios volvió a nacer en su pesebre dentro de cada hogar y en el corazón de los venezolanos, como cada 25 de diciembre. Rodeado de pastores, la mula, el buey, la virgen María y San José como Sagrada Familia. La escena de la natividad, nos recuerda que el verdadero sentido de las fiestas, no está en los regalos opulentos, sino en cultivar la espiritualidad y compartir con los afectos.
En este controvertido año 2020, cuando el mundo enfrentó una pandemia, que detuvo el tiempo y confinó a todos en sus casas, pero también volvió a verse la estrella de Belén. ¡Esa misma que guio a los tres reyes magos, hasta el lugar donde había nacido el niño Jesús!.
Particularmente en Venezuela, la fe es una certeza sanadora, a la que la gente se aferra en tiempos de dificultad, pero también forma parte del imaginario colectivo y la cultura popular de poblados y comunidades. Es por eso, que el pequeño niño Jesús, está presente en la construcción del pesebre, en las cartas que los pequeños le escriben pidiéndole regalos, en las misas de aguinaldos, y en las tradiciones.
Dentro el folklore venezolano, el niño Jesús aparece como un muchachito criollo de nuestras tierras. “Si la virgen fuera andina/ y san José de los llanos/ el niño Jesús sería un niño venezolano”, dice el villancico.
¿Por qué se celebra la navidad el 25 de diciembre?
La fecha del nacimiento de Jesús no se especifica en la Biblia. Sin embargo, algunos estudios en torno al evangelio de San Lucas, fijaron el momento de la anunciación un 25 de marzo, cuando el ángel Gabriel, pronunció ante la Virgen María aquel: “Bendito es el fruto de tu vientre”.
Pasarían 9 meses desde que el Espíritu Santo descendió sobre la joven, hasta el día en que hoy, celebramos la navidad, reseñó el portal Aleteia.
El pesebre en Venezuela: fiestas para el niño
Los primeros pesebres llegaron a tierras venezolanos en épocas de la colonia, concretamente en manos de los sacerdotes jesuitas, que vieron en esta representación de la Natividad, un medio para evangelizar a los indígenas.
El testimonio más antiguo que se ha encontrado de un pesebre venezolano de Navidad es de 1832, en una descripción que realizó el prócer merideño Juan de Dios Picón.
En cada rincón de Venezuela se alaba al niño Dios con diferentes manifestaciones culturales, donde los participantes rebosantes de entusiasmo: lo visten, le cantan y pasean por sus comunidades. En el libro, “navidades en Venezuela, devoción tradiciones y recuerdos”, publicado por la Fundación Polar, en 2010, se describen estas tradiciones.
Desde el 1 de enero, los hogares andinos celebran sus “paraduras”, congregándose en sus casas entre rezos y aguinaldos, esta celebración comienza con la designación de los padrinos del niño Dios.
Los elegidos son cuatro: dos para transportar la figura de la Virgen y San José y un segundo par para la figura de su hijo, que han de llevarlos por toda la casa y sus alrededores envueltos en un pañuelo blanco. Terminado el paseo, la figura del niño Jesús se pone de pie, pues ya puede caminar.
También se reza un rosario donde las oraciones pueden cantarse acompañada de maracas, guitarras y violines. La festividad se vive al son de los villancicos, especialmente el célebre: “dulce Jesús mío”.
Igualmente se acostumbra a “robar al niño”, que posteriormente será buscado y encontrado por los asistentes a la paradura. Esta parte de la tradición, conmemora la pérdida y hallazgo de un Jesús de 12 años en el templo de Jerusalén.
Dicen los cultores que la “paradura del niño” surgió en la época de la colonia, a partir de una tradición introducida por San Francisco de Asís para festejar la llegada del Mesías a la Tierra. Este clima de fervor jocoso suele extenderse hasta el 2 de febrero, cuando la iglesia celebra el Día de la Candelaria.
Pesebres que respiran
Otra tradición que no puede faltar son los monumentales Nacimientos Vivientes, donde personas de todas las edades: niños y adultos se caracterizan como los personajes del relato de la Natividad, que nos lleva de vuelta al pesebre de Belén.
Los pesebres vivientes escenifican el nacimiento de Jesús
FUENTE: GLOBOVISIÓN