Llevo días observando videos tras vídeos donde se ven escenas de violencia, primero el asesinato de Orlando Abreu, joven venezolano que emigró con miras a mejorar su calidad de vida y ser de apoyo a su familia, pero que lamentablemente encontró la muerte en manos de personas inescrupulosas que no les importo arrebatarle la vida en su lugar de trabajo, por otro el asesinato de los jóvenes peruanos Silvano Cántaro quien fue lanzado desde un puente y Jesús Puertas Arnao quien fue acribillado dentro de una mototaxi, y así muchos que hoy están siendo publicados en las redes sociales sin importar lo crudo de las imágenes. Pero lo que me preocupa en este tema es la ola de violencia que todo esto ha despertado, ahora vemos videos de peleas callejeras entre venezolanos y peruanos, donde bandas delictivas de ambos países comienzan a lanzar amenazas de muerte y a cumplirlas sin importar el dolor ajeno.
La pregunta es: ¿Cuando llegamos a esto? ¿Cómo lo hicimos?
Culpamos al gobierno de turno, culpamos la crisis, culpamos el entorno, pero al final todos somos culpables.
Somos culpables porque no atacamos a tiempo el origen del problema, no tuvimos en su momento un buen consejo al hijo que mostraba actitudes violentas, no nos preocupaba si discutíamos o nos agredíamos delante de los niños, nos causó gracia el verlos pelear estando pequeños, animábamos sus peleas en la adolescencia y decíamos no te dejes porque si no te doy yo, nunca preguntamos ni tampoco indagamos cuando llegaban con algo nuevo a la casa que no habíamos comprado, dejamos pasar pequeñas cosas que poco a poco fueron avanzando y convirtiéndose en una rebeldía que se nos hizo imposible controlar.
Hoy muchos son los que lloran esa cosecha de una siembra que sin darnos cuenta hicimos, me duele ver cómo parte de la sociedad se encuentra llena de odio, una sociedad que se mueve y se conduce por el ojo por ojo, por el “lo tienes, lo quiero y lo tomo”, es triste de verdad observar esto; veo con preocupación cómo se pasean en las redes videos de asesinatos entre Venezolanos y Peruanos y lo único que escucho son maldiciones saliendo de la boca de los espectadores y deseos de venganza desenfrenados auspiciando una guerra sin control para ver quién puede más.
Nada lejos a lo que tenemos aquí dentro en nuestra tierra, donde se sembró y se abonó un odio impresionante que a llevado a muchos desear el mal a otros, entre hermanos de patria, entre familias. Y me pregunto una vez más, ¿Que nos pasó? Veo el cumplimiento de las palabras de Jesús cuando decía: “y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará.”
Medito entonces y me digo: somos nosotros quienes escogemos el porvenir, y si esta sociedad se encuentra así, es porque nosotros mismos hemos contribuido con un granito de arena para su construcción, siendo indiferentes a todo, queriendo pagar nuestras frustraciones y fracasos con los demás, culpando a unos por tener más y a otros por no ser lo que queremos que sea, señalándonos despectivamente, acusándonos unos con otros, atacándonos entre nosotros; nos hemos convertido en nuestros propios enemigos y nos negamos a verlo así.
Hoy quiero encarecidamente invitarles a sentarse unos momentos y reflexionar, ¿que hemos hecho? , ¿Que estoy haciendo para mejorar esto, para acabar con esto? En medio de toda esta situación donde es difícil amar debido a todo lo que nos rodea, cito nuevamente a Jesús cuando dijo: “Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? Y también “Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos.”
Nos hacemos llamar una sociedad cristiana, seamos entonces imitadores de Cristo y recapacitemos, meditemos en estas palabras y tomemos la decisión de cambiar, de ser mejores, de ser nosotros los que escribamos nuestro destino y no dejar en manos de los demás la redacción del mismo, aún estamos a tiempo, tomemos parte en esta construcción de una mejor sociedad.
No quiero despedirme hoy, sin hacer llegar mis palabras de condolencias a los familiares de esos jóvenes que lamentablemente han caído víctimas de esta violencia, Dios les de la fortaleza y la paz que solo Él puede dar para que superen estos momentos difíciles. La paz de Dios llene sus vidas.
