Hay consternación en la policía científica del país por la ola de decesos causadas por el COVID19 particularmente en el seno de esta institución de investigación criminal. Tanto en el personal activo como de los jubilados, este patógeno letal, ha enlistado innumerables hombres que jamás imaginaron de las múltiples veces que arriesgaron su vida; morir
Frente a un enemigo “invisible” y a quien no pudieron repeler con la estrategia y experiencia con la cual fueron formados en esa Institución para neutralizar a adversarios y a los enemigos de la ciudadanía cualquiera fuese el escenario.
En el caso que me ocupa en esta tarde, tiene un sentido de pesar; con una particularidad única ya que el comisario Franklin Rodríguez Herrera, lo conocí desde que yo, era solo un niño y él era un sub inspector, adscrito a la sub delegación de La Victoria, mi ciudad natal.
En ese entonces Franklin, solía acompañar al 1 de ese despacho, quien para los que pocos conocen la historia de ese órgano de seguridad era el comisario José Antonio Áreas Palma, quien fue el segundo, jefe de ese despacho desde su inauguración en una la vieja casona de la calle, Guzmán Blanco c/c Campo Elías, propiedad del conocido comerciante Óscar Bravo, ya que era alquilada, como desde sus comienzos fueron la casi totalidad de las sedes de dicha institución.
Es el caso que Franklin era llave de Carlos Medina y de otro inspector que es Gustavo Martínez, quienes acompañaban asiduamente a José Antonio a Guacamaya, donde cada fin de semana, con honrosas excepciones, asistía para departir una partida de dominó: Carlos M, quien junto a Gustavo Martínez eran la llave y, Franklin junto a José Antonio Áreas Palma se dedicaban a jugar bolas criollas, por lo general en el club de los dos caminos, posteriormente llamado La Llanerita en honor a su propietaria.
Imagínese cuantos años de amistad con ese cuarteto que llegó; a ocupar distintos puestos de mando en la línea organizacional de la PTJ y, posteriormente en los últimos 19 años el Cicpc.
Con el transcurso de los años y en el desarrollo de su carrera policial; Franklin llegó a ocuparse de muchos despachos entre ellos: Jefe de la región de Los llanos, Jefe de la División Nacional contra Robos y en la directiva llegó a ocupar la consultoría jurídica nacional, en virtud de haber obtenido el título de abogado.
Es cuando cumplida su carrera con los años de servicios y con la máxima jerarquía que se alcanza, la de Comisario General; opta por su jubilación y se dedicó al libre ejercicio en el derecho penal hasta sus últimos días estuvo litigando.
Por cierto, nuestra última causa penal en la que coincidimos fue en el Tribunal Décimo de Control de la Circunscripción Penal del estado Aragua; a cargo de una juez, muy afable y cordial, quien ya no está en el poder judicial y quien, por cierto, está superando paulatinamente un ¡Paludismo! Que casi la mata.
Allí compartimos Franklin y yo, luego me hizo la invitación a través de la red social del Facebook, en la que una que otra vez entablamos algún chat, sobre temas de la Venezuela actual, los cambios en la formación de los nuevos ingresos y de los casos de muertes por armas de fuego; al recibir la noticia de su deceso opté inmediatamente en confirmarla, para luego dedicarle este obituario como su amigo y colega que fui.
Luego de haber superado un accidente cerebro vascular, le sobrevino esta PESTE del COVID19, que al parecer alcanzó a su hija, quien siguiendo sus pasos se hizo policía y también abogado, siendo ella quien admirando tanto a su padre, lo emuló y siempre estuvo a su lado correspondiéndole ser su mayor apoyo.
En esto le acompañaba a sus consultas y le apoyó hasta que le fue imposible verlo superar esta enfermedad con la cual no obtuvo los resultados deseados por: Colegas, familiares, amigos, vecinos, compañeros y ex compañeros de la vieja guardia de esa estructura policial en la que se formó y en la cual pasó casi la mitad de su vida. Franklin nació un 05 de septiembre de1946 y vivió 74 años y pocos meses más…
He querido en la cronología de esta dedicatoria postmortem, dejar plasmado mi sentimientos de muchos años de vida, con quien fui amigo desde mi niñez que hoy, se marcha de su estancia terrenal, para pasar a otro plano donde el padre Celestial, le dará reposo a su alma y le concederá la vida eterna.
Mi llamado a sus hijos, colegas, cursos, subalternos y amigos es; a cuidarse de esta terrible pandemia y, a rendirle una plegaria a su alma, sin que prele para ello alguna diferencia legítima en el desempeño de su actividad policial y abogadil. Considero que no hay en estos momentos familias que cuando leen estos artículos, declaraciones del gremio médico y tienen seres queridos infectados que no sientan preocupados. Por eso les pido cuídense y cuiden a los suyos.
¡Hasta Siempre! Franklin Rodríguez Herrera¡