Eran dos adolescentes inconformes y melómanos en la Caracas underground de los 80. Así comenzó Desorden Público, la banda de ska más famosa del país, que este año y en plena pandemia celebra su aniversario número 35. Se inscriben en los libros de rock venezolano por su característico sonido fusión, pero más por su cualidad de cronistas de los tiempos que han atestiguado. Hoy, tal como la coyuntura lo exige, se han entregado dulcemente a una celebración cumpleañera al mejor estilo de la nueva normalidad con fiestas en línea, estrenos virtuales, una tienda oficial a lo delivery y hasta un reality show en redes sociales.
A la fecha “sin cirugías, maquillajes, antifaces ni caretas”, como dice su Danza de los esqueletos, suman diez discos de estudio, un montón de anécdotas y el mérito mayor de ser una banda de culto, de las pocas sobrevivientes de aquella época apoteósica de la producción nacional de los 70 y 80, cuna de grupos rockeros ya extintos como Sentimiento Muerto, Zapato 3, Seguridad Nacional y Aditus.
Desordenado y nihilista
Se llaman Desorden Público porque querían satirizar aquel método represivo que eran en otrora los camiones del “orden público”. Eran los tiempos post viernes negro de Jaime Luisinchi, Recadi, el año de la primera visita a Venezuela de Juan Pablo II, de la muerte de Alí Primera, la fuga de Posada Carriles, del triunfo de Nina Sicilia en el Miss Internacional, de Oswaldo Guillén alzándose como Novato del Año en las Grandes Ligas y de Oriana ganándose la Cámara de Oro en Cannes.
Desorden Público, con un cartel más amplio que el que hoy ostenta, supo amasar una propuesta que amalgamó el ska de origen jamaiquino con el punk inglés, sin perder la base caribe que aliña su sonido. Recorrieron los escenarios alternativos y establecidos de la noche caraqueña y no mucho tiempo después, en 1988, grabaron su primer disco de título homónimo en el que vieron la luz temas como la abiertamente chocante y nihilista ¿Dónde está el futuro? y Esto es ska, una especie de manifiesto por la reivindicación de un género musical que por desconocido y antisistema muchos menospreciaban.
Comenzó con esa placa una carrera imparable que los llevó a viajar por todo el país y por gran parte del mundo, grabando una nueva producción cada dos años e inventando siempre eventos con los cuales poder seguir ostentando con base su cualidad contestataria, como una gira por cárceles del país en 1997, sesiones fotográficas en el río Guaire, y un concierto multitudinario en el festival Vive Latino en México este pasado mes de marzo, cuando el resto del mundo ardía en pánico pandémico. Les han escrito libros biográficos y hasta dedicado una película, Venezuela es un desorden (2018), de Carlos Daniel Malavé.
Han ido dejando como legado en el camino cápsulas incendiarias como Valle de balas y Allá cayó, canciones que denuncian la violencia en Caracas; Tetero de petróleo, que se queja del culto nacional al oro negro; Tiembla o Combate, que retratan la cualidad combativa del pueblo; Llora por un dólar, un réquiem por el siempre acontecido destino de la economía nacional; y El día que prohibieron la violencia y el sexo en la tele, con la que encararon la doble moral de nuestra sociedad conservadora.
Toda su música, desde el inicio, se ha metido de frente en política, pero no en esa que se alinea con una u otra corriente partidista, sino con la que cuestiona las formas concretas en las cuales se configura el poder, sea ejecutivo, económico, cultural o mediático.
Cumpleaños pandémico
“En el año que nunca fue Desorden continúa activo”, vociferó Blanco la semana pasada en el video de agradecimiento por el reconocimiento obtenido en los premios Pepsi Music 2020 gracias a la nueva versión de su tema Cachos de vaca junto con la Sinfónica Gran Mariscal de Ayacucho.
En efecto, este año peculiar la banda se dedicó a celebrar doble aniversario: sus 35 primaveras, y los 25 de uno de sus discos más importante, Canto popular de la vida y muerte.
Junto a sus más íntimos amigos y fans históricos apagaron las 35 velitas en fiestas a través de Zoom y Facebook Live, y en septiembre lanzaron el disco Pre Pandemic, con algunas de sus canciones más conocidas remezcladas e intervenidas por invitados internacionales. También inauguraron una tienda en línea de memorabilia de la banda y realizaron el reality show Reto y recompensa desordenada, con sus fanáticos más entregados.
